La Terraza de Bienvenida de la arquitecta Anita Fernández es más que un espacio, es la síntesis de un viaje por la cultura boliviana que implica un trabajo profundo, apasionado, inteligente, responsable y emotivo. Absorber todos los detalles de este espacio es casi como degustar un buen vino, donde se deben apreciar los colores, las texturas y los matices para saborearlos y disfrutar el exquisito conjunto. Y, como en el vino, conocer el origen de cada uno de sus ingredientes hacen que la experiencia sea aún más memorable.
Esta obra titánica tiene raíces en toda Bolivia. El trayecto de Anita inició meses atrás en comunidades quechuas, aymaras y guaraníes, donde trabajó con plantas tintóreas que fueron la principal fuente de color de su espacio. Estas plantas son el hilo conductor de la Terraza de Bienvenida, que emplea tejidos de fuentes vegetales (hojas, algodón) y animales (lana), y materiales social y ambientalmente sostenibles, como el Morado y el Roble de Cimal (con certificación forestal internacional).
Además de ser un trabajo de rescate cultural enfocado al cuidado de la naturaleza, la obra de Anita es impecable en su ejecución. Las figuras de mariposas creadas con Palca de Roble o los pisos hexagonales de maderas nativas imitando a un panal de abejas, se combinan con los tejidos y los muebles de una manera orgánica y sin esfuerzo. El resultado es un espacio acogedor que se siente puramente boliviano, indescriptiblemente nuestro.
La investigación de Anita Fernández y sus colaboradores es impresionante. Su diseño es cálido y original. La experiencia que nos da es única y debe vivirse en vivo y en directo.
Para conocer el trabajo de esta talentosa profesional, puedes visitar aquí sus redes sociales.